“Es tan bueno el VAR que su único defecto es no usarlo más”, dice Eduardo Luis López, relator de RCN y Win Sports, de la televisión colombiana. Certera definición. El VAR ya está entre nosotros. Es una realidad, funciona y conviene aceptarlo porque no se irá más. Lo que pasará de aquí en más es que se irá perfeccionando su aplicación, pero no hay vuelta atrás. Y será una de las tantas innovaciones que mejoraron el fútbol, resistidas al principio, impuestas al final por el sentido común. Es bastante simple: si un árbitro se “comió” un penal o no advirtió un gol y podemos remediarlo ¿por qué no hacerlo…?
En todo el mundo se ha opinado que era un cambio que arruinaría el fútbol (“Es el fin del fútbol”, señalaron algunos apocalípticos). Sin embargo, ha engranado de maravillas, seguramente con el tiempo se aceitará más y lo hará aún mejor. Puede que sea una de las más grandes innovaciones de la historia de este deporte. Pero nadie dirá “me equivoqué”. Hay quienes, pese a la contundente comprobación, prefieren negar el VAR y decir que es una tontería que paralizará el juego. Pero la comprobación es aplastante: las veces que se aplicó, fue un éxito, corrigió fallas arbitrales. Y de haberse aplicado más, habría aumentado el suceso. Hubo tres penales clarísimos no sancionados: de Boateng a Berg, en Alemania 2 – Suecia 1; de Raphael Guerreiro a Amrabat, en Portugal 1 – Marruecos 0; y de dos zagueros suizos a Mitrovic, en Suiza 2 – Serbia 1. En los tres casos, penales que pudieron haber cambiado el resultado. Sin embargo, pese a la claridad de las faltas, los jueces de la cabina de video no le avisaron al árbitro principal.
El hincha de fútbol es el único sujeto que adora todo lo pasado y se resiste tenazmente a la evolución de nuestro deporte. Si pudieran, muchos futboleros volverían a la pelota con tiento. La nostalgia los tiene secuestrados. La realidad los contradice: cada modificación que se implanta es resultado de mucho tiempo de estudio de expertos en cada una de las áreas. Y el VAR va camino a convertirse en uno de los cambios más trascedentes de la historia del fútbol. Como lo fue la de los 3 puntos a la victoria o la del pase atrás al arquero, entre muchas otras.
FIFA lo ha aplicado discretamente hasta ahora. Y con criterio. No falló. muchos esperan que resuelva todos los casos, pero la idea no es remplazar al réferi humano por otro tecnológico, sino ayudarlo a corregir decisiones erróneas graves, las que tienen que ver con un gol, la expulsión de un jugador, un penal. Las que pueden incidir sobre el resultado. Tampoco hacer de cada partido un festival de VAR. No puede haber seis consultas por juego, es demasiado y ahí sí desnaturalizaría. Tal vez se implemente con el tiempo que cada equipo tenga la posibilidad de pedir una consulta por partido.
Es bueno explicar que el juez no solicita el VAR; él toma una decisión, si la cabina de control (ocupada por cuatro árbitros FIFA sentados frente a una docena de monitores) entiende que hay grandes posibilidades de que se haya equivocado, lo llama por el intercomunicador y le dice: “Revise la jugada”. El juez se acerca al televisor del costado del campo y lo hace; si comprueba que erró, puede cambiar su decisión, si no, mantenerla. Él siempre tiene la última palabra. Por eso, cuando no se consulta a la tecnología, como aquellos penales que mencionamos arriba, es porque la cabina no le avisó.
Hay que entender que este es recién el principio del VAR. Con el tiempo se irá ajustando y será más eficiente. El público lo ha aceptado encantado. Las veces que un juez consultó al VAR y cambió su decisión, la gente celebró. Aplaudió su hidalguía y la posibilidad de cambiar una decisión que podría alterar injustamente el resultado.
“Cada vez que venga el VAR yo me voy al baño o a tomar una cerveza”, ironizaron muchos en relación al tiempo que se detendría el partido. Tampoco en eso acertaron. El lapso de demora es mínimo, incluso inferior a lo que los más optimistas suponían. Y en algunos casos, menor que hacer un simple cambio. En el juego España 1 – Irán 0, el colegiado Andrés Cunha había sancionado gol de los persas, luego lo anuló por posición adelantada. Entre que el juez pidió la asistencia técnica y su resolución pasaron apenas 27 segundos. Un estudio acaba de determinar que de todos los aspectos que generan demoras en el juego, el del VAR es el menor. Sustituciones, tiros libres, penales, saques de arco, de banda, etc., todo insume más tiempo.
En este Mundial se advierte una intención clara de reducir al mínimo las fallas referiles. La FIFA ha dispuesto cuatro jueces en el campo y otros cuatro arriba, en la cabina del VAR. Se intenta acabar con las críticas y hay un alto nivel de acierto. Los árbitros han pasado casi inadvertidos. Poquísimos fallos cuestionables. Apenas aquellos tres penales no otorgados que mencionamos al inicio.
El presidente de la UEFA, el esloveno Aleksander Čeferin, se ufanó hace un par de meses: “La UEFA no tiene VAR y no tenemos ningún apuro”. Lo dice como si fuera una genialidad. ¿Qué dirá ahora que vio su aplicación?
Otras dos instrucciones de la FIFA a partir de este torneo de Rusia: 1) el tiempo añadido y 2) los penales. En el primero, la indicación expresa es que se adicione todo el tiempo perdido que los jueces crean conveniente. Todos los partidos tienen ahora entre 96 y 97 minutos como mínimo. Un buen ejemplo es que Neymar marcó ante Costa Rica un gol a los 97’ y Kroos le dio el triunfo a Alemania a los 95. Se han llegado a agregar hasta 3 minutos sólo al final de un primer tiempo. En cuanto a los penales, la orden es que no tiemble el pulso. Lógicamente, estar seguro de lo que se cobra, pero si hay, sancionar sin temor. Por eso es que se registraron 13 penales en los primeros 31 partidos. Una cifra altísima, que es récord. Y todos fueron penales. Antes también había muchos, pero los dejaban pasar. Miles de goles nos han escamoteado los jueces por no sancionar la pena máxima. Eso también tiene a cambiar. Está bien. (O)
Fuente: www.eluniverso.com
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