Mal Barça, peor Messi

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El club confía con su resurgir en el Calderón

Durante las dos últimas temporadas los éxitos del Barcelona han ido asociados indisolublemente a los registros anotadores del tridente azulgrana compuesto por Leo Messi, Neymar y Luis Suárez. El Barça de Luis Enrique no se entendería sin este trinomio que está batiendo todos los registros habidos y por haber.

El encallamiento del Barcelona estas últimas semanas tras batir el registro de partidos sin perder ha coincidido con el bajón del tridente en su rendimiento, algo impensable cuando los azulgranas se dispararon en la clasificación liguera y maravillaron en Europa eliminando al Arsenal en la Liga de Campeones de forma rotunda.

¿Casualidad? ¿Consecuencia? Podríamos definirlo como sincronicidad y para ello deberíamos recurrir a la definición del psicólogo Carl G. Jung, que fue el que acuñó el término que se ajusta a la perfección a lo que le está sucediendo al equipo azulgrana. Fundador de la escuela de psicología analítica, el suizo hablaba de «la simultaneidad de dos sucesos vinculados por el sentido, pero de manera no causal». Es decir, la unión de dos sucesos de un modo que no se puede explicar, pero que tiene cierto sentido para la persona que lo observa. Trasladándose al Barça, los dos sucesos serían el socavón del Barcelona y el bajón del tridente, con Messi como su máximo exponente. La relación entre ambos es evidente y directa.

Nadie pone en duda el ascendente de Messi sobre un grupo que lo ha ganado todo y que está en disposición de repetir unos registros históricos. Pero es evidente que la trascendencia que está teniendo en el terreno de juego dista mucha de la de hace unos meses.

Es cierto que el Barça sigue siendo líder en la Liga, competición en la que puede permitirse una derrota por la ventaja que le llevan a Atlético y Real Madrid, que en la Champions aterrizarán el miércoles en el Calderón con un ventaja en el marcador (2-1) y que en la Copa del Rey ya están en la final. Pero las sensaciones ya no son tan rotundas tras las sacudidas sufridas estas dos últimas semanas.

Sequía goleadora

Al Barcelona se le echó el mundo encima cuando este pasado mes de diciembre Messi sufrió un cólico nefrítico que puso en peligro su participación en el Mundial del Clubes. Jugó la final con las piedras en su organismo y hasta marcó un gol. Peo ahora la situación ha variado y su trascendencia en los encuentros está siendo nula.

Lleva cuatro partidos sin marcar ni asistir. Su aportación ante Villarreal, Real Madrid, Atlético y Real Sociedad ha sido escasa y el equipo se ha resentido, puesto que se ha traducido en un punto de nueve posibles en Liga y una victoria por la mínima en Champions. El argentino se empeña en jugar de centrocampista y, lejos del área, sus números se resienten muchísimo. Es cierto que en muchas ocasiones ha asumido el rol que tenía Xavi Hernández y sus asistencias han sido determinantes, pero no es tan efectivo como el catalán.

El Atlético en el horizonte

Messi no atravesaba una racha así desde mayo de 2011. Si este próximo miércoles contra el Atlético de Madrid sigue de la misma forma, habrá igualado otra sequía, la que sufrió en de abril de 2010. Hay que recordar que en 2011 el Barça ganó la Champions en Wembley, mientras que en 2010 el equipo se quedó a las puertas de la final del Bernabéu y tuvo que pelear la Liga hasta el último día.

De todas formas, la situación o estado que parece atravesar el rosarino podría hacerse extensivo al resto del equipo. El bajón de Leo es patente, pero si nos acogemos únicamente al encuentro de este pasado sábado ante la Real Sociedad, la realidad es que Messi es de los pocos futbolistas que generaron ocasiones claras de gol. Neymar y Munir estuvieron desaparecidos y el argentino tuvo un par de claras ocasiones que Rulli desbarató. Esta situación podría abrir un nuevo interrogante dentro de las numerosas tertulias en clave culé: ¿Tiene relevo Luis Suárez? Lo cierto es que su ausencia fue una rémora insuperable para los culés.

El exfutbolista Osvaldo Ardiles, campeón del mundo con Argentina en 1978 y actual embajador del Tottenham, ha dado una de las claves del cambio mostrado. «En Barcelona, Lionel juega mucho más relajado. No tiene que preocuparse porque sabe que la pelota le va a llegar a él para que haga sus genialidades. Pero en Sudamérica cada partido es una final», ha explicado.

Iniesta, optimista

El miércoles se abre un nuevo escenario para que Messi pueda resarcirse. Leo y el equipo entero, puesto que se juegan el pase a las semifinales de Champions en el Calderón. Iniesta ha lanzado un mensaje de optimismo: «Nadie dijo que sería fácil, queremos volver a repetir objetivos y lo haremos juntos».

Fuente: www.marca.com

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