LE TIENE A TIRO COMO MÁXIMO GOLEADOR HISTÓRICO BLANCO
El luso sumó otro ‘hat trick’ y ha hecho ocho goles en dos partidos
Cristiano se trajo en la maleta desde Cornellà un balón de la Liga, el primero de la nueva colección, otro para su museo. Pero al colocarlo debió de ver que aún quedaba hueco y ayer se llevó otro a casa, esta vez de la Champions, con sus estrellas y su diseño elegante.
Dirán que eran dos rivales menores, que tres tantos llegaron desde el punto de penalti y mil cosas más. Pero cualquiera que haya jugado más de un partido, sea en el césped irregular del parque con dos mochilas por postes, sea en un tapete bien cuidado de Primera división, sabe que meter ocho goles en cuatro días es una brutalidad.
Ocho goles para alcanzar los 322 y quedarse a uno de Raúl como máximo goleador histórico del Real Madrid. Una gesta que a cualquier otro le costaría jornadas y jornadas a Cristiano estuvo a punto de durarle media semana. El Shakhtar no puso demasiados impedimentos al ataque blanco en la segunda mitad y el portugués incluso tuvo algunas ocasión para haber llegado a los 323 del mítico 7 blanco. Lo volverá a intentar el sábado ante el Granada, al que hace pocos meses coló cinco tantos en el Santiago Bernabéu.
Los dos primeros tantos de la noche del luso llegaron desde los 11 metros. El primero, tras un error arbitral, y el segundo, con una decisión acertada del trencilla. Pum, pum, dos disparos sin dudas, dos goles. Y el runrún en la grada.
Quedaba media hora y Raúl estaba a dos tantos. En el ambiente empezó a flotar esa atmósfera que acompaña a los días históricos. Pero hacía demasiado frío y el récord tuvo que esperar. Los que acudan el fin de semana al templo de Concha Espina lo harán sabiendo que han comprado una entrada con vistas a la historia.
Sobrevoló el récord
Llegó el hat-trick, que para eso hemos dicho que Cristiano se llevó la pelota. Un zapatazo de Marcelo, un rechace que quedó suelto en el área y un león dispuesto a comerse la gacela a pesar de estar ya bien servido aunque nunca saciado. Un cabezazo certero con el portero aún recuperándose y diez minutos por delante.
Lo intentó, conduciendo él el inicio de las jugadas. Tan involucrado estaba en el juego que parecía difícil pensar que no fuera capaz de marcar su cuarto gol de la noche. Ojo a la afirmación. Que metiera otro parecía lo normal. Tras el paso de Cristiano por el Madrid, qué deformada queda la definición de normalidad.
Fuente: www.marca.com
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